El lugar repleto, la comida servida y empieza el show: un recorrido por la música latinoamericana con Daniel tocando su bajo de cinco cuerdas como si fuera un arpa de angelito negro, y María atrapando miradas y oídos con su impronta y con su voz.
Durante casi todo el recital, el único acompañamiento instrumental fue el bajo de Daniel. Algunas veces María tocó su guitarra, y Gabriel Juncos (nunca entendí si le decían El "Gordo" o El "Corto") participó con su flauta traversa de una manera ingeniosa, cómplice, juguetona y -por supuesto- genial. En ese momento, la austeridad de sonido era tal, que cualquier inclusión sumaba.
Y de esa austeridad se trató este Encuentro entre Maza y Volonté. Reducir todo a su mínima expresión. Sabemos que Maria es un tsunami y Maza un ciclón, y en este encuentro susurraron, arpegiaron chiquito, se miraron a los ojos, nos miraron a los ojos, y la comunión con el público fue íntima, personal, amada… y compartida.
Un par de veces, Daniel peló una comedia stand-up sentado, y se confesó co-autor con Jaco Pastorius de "La fantasía del pollo", y fan de medio tema de los Wawancó. Daniel, de un humor respirado y cruel, del que te obliga a reirte: él tocó su Warwick negro como si fuera un sable láser de Star Wars y no fue ni más ni menos que funk, arpegio, slap, blues, ukelele, guitarra, arpa, cítara y lo que se te ocurra.
Mavi Díaz subió a cantar con María "Seguiré mi viaje", un bolero de las hermanas Sonia y Miriam con unas armonías totalmente divertidas y que te hacen sonreir. (Secundo la recomendación de Mavi: googleen videos de Sonia y Miriam: son un viaje de ida).
También subió Diego Mastrostefano, y cantó La Pomeña con María. Una delicadeza de orfebres, los dos, entretejiendo notitas chiquitas, quintas, terceras y alguna novena pa´ joder… dos que saben cómo hacer las cosas, entonces las hacen distintas para que suenen nuevas.
Patricia Piojo Zapia cantó un tema acompañada por el cada vez más admirable Daniel, y es un placer que en estos escenarios puedan aparecer nueva gente y nuevas voces con el aval de los consagrados, la cosa de compartir espacios, los famosos "colectivos".
Pero la Volonté viaja en Bus. Y hace sus "Volonté Tango Tour" subiéndose en Nueva York y bajándose en Seattle. O se sube en Madrid y se baja en Praga, y todos los gustos se los paga cantando y tocando la guitarrita. Ella solita, su alma y sus músicos.
Uno no aplaude a María: uno aplaude a su elección, a su circunstancia, a lo que diantres fuere que la arrinconó contra su destino de música. Y sabiéndose acorralada, en algún momento, María eligió cantar, invitar, componer, compartir, seducir y formar parte de una movida asombrosa y loable.
Esa es la Volonté que me gusta. Durante todo el show me dije: "¡Qué lindo sería tener esto que estoy escuchando en un CD!"
Arte efímero. Si no estuviste, te lo perdiste.
Andá a verla en vivo, y se la oye igual. Yo, voy a volver.
Y si al final del show te le acercás y le decís gracias, María te abraza de verdad.
Hernán Lascano.