Algunas veces la suerte se pone de tu lado y te beneficia:
ganás la quiniela, conseguís un trabajo, o te hacen un regalo muy deseado.
Otras veces la suerte es colectiva y nos beneficia a todos como en esta
historia: León Gieco encontró un libro de partituras de Violeta Parra en su
biblioteca, le comentó a Osqui Amante que estaría bueno grabarlas en Argentina,
Osqui se lo propuso a Cecilia Zabala. Por todo este encadenamiento de
situaciones los melómanos tenemos el placer de escuchar VIOLETA, el último
disco de Cecilia Zabala que se compone íntegramente de música para guitarra.
En total son 16 piezas, la mayoría de ellas creadas antes
del segundo viaje de Violeta Parra a Europa, por 1961. Algunas muy breves,
alrededor del minuto, evidencian la capacidad de síntesis en la
composición. Un párrafo aparte, a mi
gusto, constituyen las anticuecas: cinco
composiciones que suenan tan simples y tienen un profundo nivel de complejidad.
El disco es eso: una guitarra y una muchacha que la sabe
ejecutar como pocos. Cecilia juega,
cómoda, en la guitarra y cede al vuelo, y al escucharla te da de seguirla. Un registro de guitarrista que en la interpretación de Cecilia Zabala , trasciende de ser un
documento sonoro para convertirse en un disco que no podés parar de escuchar.
La conjunción Violeta – Cecilia, produce un efecto hipnótico que te hace volver sobre él una y otra vez.
Si revisás este blog, vas a encontrar que no hay una sola
entrada sobre discos. Esta es la primera, y seguro que cuando escuches Violeta,
te vas a dar cuenta por qué.
Luis Garaventa
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