Nilda Fernández en Buenos Aires

 

Nunca había escuchado a Nilda Fernández en vivo. Había visto algunos videos de sus conciertos para la televisión por YouTube y me resultaban un poco acartonados pero no sabía si esto era por Nilda o por la idiosincrasia de los programas.
Me gusta mucho escuchar a Nilda Fernández pero no soy de los que se conocen todas las canciones. Aún así sentí curiosidad y ganas de ir al Café Vinilo el sábado a la noche a escucharlo. Como todas las veces que decido ir a escuchar un concierto lo hice con la convicción de que me iba a gustar: nunca voy a un recital a tomar examen.
Y subió al escenario, solo, saludó, se presentó, tomó la guitarra y empezó el ping pong: arrancó directamente comentando que no estaba de acuerdo con la "prohibición" del uso de celulares durante el concierto, sino que prefería algo así como el uso educado. Podíamos llamar a alguien y hacerle escuchar el concierto, pero pedía que no habláramos en voz alta. A partir de ahí, todo el concierto desde el inicio hasta pasadas las dos de la mañana, fue un permanente juego con todos nosotros. Una entrega incondicional, un diálogo entre amigos.
Recorrió su repertorio, hizo algunos temas de los discos que se estaban editando ahora en la Argentina (hay edición nacional de Castelar 704, el disco de los poemas de Lorca musicalizados por Nilda), con una devoción que distaba mucho de todos los videos que había visto. Este concierto fue un continuo de emoción y sensibilidad, tanto que en algunos momentos, concatenaba sus canciones haciendo de varias de ellos una sola.
En una época en la que los que todo el mundo se planta sobre los años de trayectoria para hacerse valer, como si ese fuera el valor en el arte y no el hecho artístico en si mismo, Nilda Fernández dio una lección de talento, sensibilidad y humildad en poco menos de dos horas de espectáculo, que no continuó hasta que ardieran las velas, porque como todo local de espectáculos, hay una hora de cierre. Por mi parte, profundamente agradecido y feliz de haber podido disfrutarlo.

Agradezco a Ana Kozak, amiga y colaboradora de El Derivario, la foto que sacó con su celular a escasos metros de Nilda en su último tema.