Llevaba más de quince años sin escuchar a Liliana Vitale en vivo a pesar de escuchar uno a uno sus trabajos de estos años. La última vez fue en un parque, había llevado a mi hija que cantaba todas sus canciones a pesar de su corta edad.
La propuesta de este espectáculo me entusiasmó y decidí que era una obligación asistir. El sábado pasado invité a mi amigo Gustavo y nos fuimos para Los Chisperos que estaba a lleno total.
Y arrancó Lili con Ana Ponce y Susana Ratcliff con el juego de siempre: atraparte y arrastrarte por esa pasión que pone en el canto, sin dejarte escapar, sin darte tregua.
Foto: Carlos Brigo
En la primera parte los temas conocidos, como siempre distintos, como se sienten ahora, porque si hay algo que no se puede dejar de lado con Liliana es eso: la canción siempre es hoy, ahora, lo que se siente y no lo que indica el oficio, que lo hay y es mucho. Sucedieron Atonal, Tu laberinto, un Laura Va solo con bandoneón, Ángel de la Mañana entre otros. Luego subió Horacio Fontova, con toda su esencia y frescura, primero solo, luego con las chicas -Las Brochettes según Fontova- haciendo una versión de Dorotea la cautiva, absolutamente urbana y luego Mariposas de Madera de Miguel Abuelo que realmente nos dejaron din aliento.
Corte y la Condomí a dúo, solo voz y bombo, improvisando, hermanando esas voces que parecen haberse gestado juntas. La Vidala para mi sombra del set, estremece, te hace sentir parte. Luego temas para mi no escuchados por Liliana: Cardo o ceniza, Barco quieto, una versión de Me caigo y me levanto de Cortázar en voz y cajón, un Buen día día con nosotros en coros, un bis con Verónica y luego en el bis final Todos los días un poco.
Susana Ratcliff y Ana Ponce, acompañaron a Liliana en esa entrega total que fue todo el espectáculo, se hicieron uno con ella hasta en el canto - una versión vocal de Llegó con tres heridas excelente - y mostraron además su talento como instrumentistas. El lugar, cálido, receptivo, con buena atención y buena comida.
Cuando uno anda por los cincuenta, ciertas experiencias nos hacen notar que no nos damos el tiempo para hacer las cosas que nos producen placer. Tardé quince años en volver a escuchar un vivo de Liliana: ahora se que esto no va a volver a sucederme.