25 de septiembre de 2012

Cecilia Zabala, los domingos con Amigos en el CAFF


En nuestro programa insistimos con el salir a escuchar música y comentamos el placer que produce ser parte de esa comunión que se produce cuando nos conectamos en un concierto los músicos y el público.
El último domingo, en el CAFF, con Cecilia Zabala y todos los músicos que estuvieron en ese escenario fue todo pura comunión. Una noche llena de sorpresas, emociones, de canciones y sonidos conocidos para los que la escuchamos cotidianamente y, también, sonidos nuevos.
El show comenzó con Cecilia y los músicos que la acompañan haciendo temas de sus discos Pendiente y Presente Infinito . Luego se quedó sola, con su guitarra en escena y estrenó en público tres músicas de Violeta Parra: Canto a lo divino, Tres cuecas punteadas y Tres polcas antiguas. Estas obras son inéditas, no han sido grabadas más que por Violeta en cassettes para ser transcriptas, pero nunca han sido difundidas. Cecilia las grabó en un disco próximo a editarse. La emoción que produjo escucharla, sola, en el escenario, interpretando esas piezas tan sentidas y tan profundas no es fácil de explicar. Cecilia Zabala tiene una conexión con su guitarra tal que la hace una extensión de sus sentidos. Del otro lado, en las mesas, un silencio profundo de esos en que se puede respirar la emoción ajena.
Luego se sentó Carlos Aguirre al piano y arrancaron con Estampa de río crecido a guitarra, piano y las dos voces, al final se sumaron los músicos en Aguaribay y Sueños de arena. Es indudable que Carlos Aguirre es un referente de la nueva generación de músicos y compositores y con la humildad que lo cacteriza se hizo parte del grupo, uno más, y eso se siente en la música que se escucha. Otra vez la comunión.
El turno fue de Franco Luciani, excelente armoniquista. Hicieron Cielo de ti y luego una versión de Si llega a ser tucumana en la que, confieso, me perdí en la guitarra de Cecilia: miraba sus acordes, sus elecciones al momento de tocar, o no, una nota, recordaba las tantas versiones escuchadas de esta zamba y ahí es donde descubro que es completamente distinto el lenguaje de esa guitarra, no suena a jazz, a bossa, al folclore clásico que escuchamos: es la guitarra de Zabala, su forma, su sonido que no es solamente original por técnica sino por lo sentida. Luego volvió la banda al escenario y tocaron con Franco y la cosa crecía y crecía.
El último set fue a toda máquina, y eso se sentía desde abajo con la gente y esto tiene que ver con todos los músicos que comparten el escenario: Eliana Liuni en vientos, que hace más de una vez que uno se pregunte de dónde viene ese sonido, tiene una ductilidad y talento impresionante, Mariano Martos en los bajos conversa como los dioses con todos los bajos de la guitarra de siete cuerdas de Cecilia y Mario Gusso excelente en la percusión tanto en la rítmica como en sus intervenciones casi minimalistas. Cuesta explicar lo que te pasa cuando estás en un concierto de estas características porque las emociones se sienten adentro y no se describen con facilidad.
Queda un domingo más de Zabala, Liuni, Martos y Gusso con Yusa, la Volonté y Carolina Peleritti de invitadas. Es tu opción para combatir la melanco del domingo a la noche.
Yo te avisé.

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